El tiempo es el ladrón de la memoria

jueves, 11 de agosto de 2011

Pequeña despedida... "Lo sé, yo también"

Me dolía tanto que pude sentir como mi alma se iba desvaneciendo poco a poco, y que el trozo de corazón que compartíamos se iba estrujando lentamente. Sangraba y se comprimía hasta acabar desapareciendo, y eso me hizo un poco menos humano. Pensando en aquel banco se me hicieron las cinco de la mañana, y pensé que ya iba siendo hora de volver. Cuándo subí, entré en la habitación me quité la ropa y me acosté al lado suyo, junto a la mujer que iba a dejar escapar. Sabía que nunca volvería a sentir algo así por nadie, pero precisamente por eso no podía ponerle barreras. Estaba dormida, y yo robaría un último beso, uno más, solo uno. No era suficiente pero soy conformista. Junté mi frente a la suya, pero ese momento duró apenas unos segundos, porque sabía que por ese camino lo único que haría era hacerme daño a mi mismo con esto. Así que me separé y me dormí.

Ne Nana

Oye Nana, ¿recuerdas como nos conocimos? Un día cualquiera, y aunque no pueda recordarlo eres la persona en la que me gusta confiar. Eres la cicatriz que siempre quedará gravada en mi memoria, eres la gran amiga que siempre tuve el privilegio de tener... eres la que ha sujetado siempre el hilo que ha evitado que caiga en la penumbra... oye Nana... déjame hacerte una pregunta... ¿soltarás algún día ese hilo?