El tiempo es el ladrón de la memoria

jueves, 11 de agosto de 2011

Pequeña despedida... "Lo sé, yo también"

Me dolía tanto que pude sentir como mi alma se iba desvaneciendo poco a poco, y que el trozo de corazón que compartíamos se iba estrujando lentamente. Sangraba y se comprimía hasta acabar desapareciendo, y eso me hizo un poco menos humano. Pensando en aquel banco se me hicieron las cinco de la mañana, y pensé que ya iba siendo hora de volver. Cuándo subí, entré en la habitación me quité la ropa y me acosté al lado suyo, junto a la mujer que iba a dejar escapar. Sabía que nunca volvería a sentir algo así por nadie, pero precisamente por eso no podía ponerle barreras. Estaba dormida, y yo robaría un último beso, uno más, solo uno. No era suficiente pero soy conformista. Junté mi frente a la suya, pero ese momento duró apenas unos segundos, porque sabía que por ese camino lo único que haría era hacerme daño a mi mismo con esto. Así que me separé y me dormí.

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