El tiempo es el ladrón de la memoria

viernes, 6 de abril de 2012

22 Horas.

Se sentía pequeña e insignificante al tener la certeza de que estaba esperando algo que no iba a ocurrir, pero aún así esperaba. No iba a perder nada mientras lo hacía, su vida seguía igual que siempre, se seguía refugiando en otros besos y en otros abrazos una y otra vez.
A pesar de que siempre amanecía con alguien en la otra mitad de la cama se sentía sola. Desde pequeña quiso una escapada romántica con él, un fin de semana, un día o tal vez solamente una hora. Pero nunca ocurrió. Siguió esperándole muchos años más. Cada vez que alguien llamaba a su puerta imaginaba que era él y cruzaba los dedos.
Siempre que se despertaba solía levantar las persianas de su habitación y mirar por la ventana, si estaba soleado se alegraba: "Hoy hace buen día, seguro que algo bueno me ocurrirá"
Y siempre acertaba, algo bueno le ocurría cada vez que el cielo era totalmente azul. Pero, desgraciadamente, nada era tan bueno para ella como él.

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